Hoy he hecho un viaje por los reovecos del amor de la mano de la muerte.
Todo empezó a las tres, cuando después del trabajo me dirigí al Lincoln centre, a comprar una entrada. Me puse a la cola a las cuatro, sin haber conseguido convencer a nadie de que se viniera a compartir conmigo este viaje.
A las cinco conseguí una entrada, me fui a comer un sandwich y un café y volví al teatro a las siete. Y allí empezó el viaje de cinco horas de "Tristan e Isolda": el encuentro, el orgullo, el hechizo, el amor , la desesperación, la ironía, la separación, la lucha, la muerte. Momentos maravillosos, emocionantes, divertidos, más pesados...
Y de repente, los cinco últimos minutos: la muerte de Isolda. Cinco minutos y un acorde final en piano que se pierde en el infinito,como el alma de Isolda, y que más allá de las palabras, de lo que te cuenta, de Isolda misma, habla directamente al alma. La m'usica como forma de conocimeinto. Se mete dentro de ti y rebusca entre los recovecos, entre los pulmones las costillas y el estómago,hasta encontrar un olvidado sentimiento de sufrimiento irremediable, de amor desesperado en un punto de no retorno, sin salida. Y algo que existe, que está en algún sitio, pero que raramente está presente.
Y es que el tema de la muerte de Isolda está presente todo el tiempo , pero intangible. Está en el oboe fugazmente, en dos notas de la flauta, en el bajo, en el cello... Se ha escuchado una nota, u otra, pero nunca entero.Como la muerte de los amantes, como su desesperación, presente todo el tiempo,pero intangible. Y de repente, en los últimos cinco minutos todo se une, toda su historia, en el último tema, en el último acorde. Ahí esta todo el viaje desde el principio, desde la primera nota que sale con Isolda al escenario. Una melodía infinita y continua de cinco horas, que comienza en la obertura. Y de repente, como en un engranaje perfecto, como la última pieza del puzzle, cinco horas de opera toman sentido dentro de ti. Todo lo que has escuchado toma sentido, y se convierte en esa forma de comunicación sublime más allá de las limitaciones que la razón y el lenguaje imponen a los sentimientos.De repente, sin esperarlo, cinco horas de música explotan en algún sitio indefinido de tu cabeza, de tus entrañas y te cortan la respiración.Y entonces lloras. Mueres con Isolda, y lloras.
La clave de la ópera son los cinco últimos minutos, pero no tienen sentido sin escuchar al menos desde el principio de la muerte.
Today a I traveled within the nooks of love guided by love. It all started at three, after work, when I headed for the Lincoln centre to buy a ticket. I stood on the line at four, not having been able to persuade anybody to come with me a share the this trip
At five I got a ticket, and went to eat a sandwich and a coffee, and went back to the theatre. And there it started: “Tristan e Isolda” five hours trip. The meeting, the pride, the spell, the love, the despair, the irony, the separation, the fight, the dead. Wonderful moments, exciting, funny, dense…
And suddenly, the five last minutes: Isolda’s death. Five minutes and a final chord in piano disappearing in the infinite, like Isolde’s soul, which speaks directly to the soul, beyond words, beyond what we are being told, beyond Isolde herself. The music as a way of knowledge. It goes within and searches the nooks, in between your lungs, your ribs and your stomach, until it finds that long-forgotten feeling of unvoidable suffering, of despaired love beyond the point of no returm, without scape. Something that exists, that is somwehre there, but that is rarely present.
Because it happens that the theme of Isolde's death is present all the time, but intangible. It is evanescently in the oboe, two notes on the flute, on the double bass, on the cello...One note could be heard, another, but never all together. Like the death of the lovers, like their despair, present there all the time, but elusive. And suddenly,in the las five minutes, everything comes togetherall the story, in the las theme, in the last chord. There is all the trip from the beginning, from the first note with which Islde appears on stage. An continuous inifinite melody of five hours, that starts in the overture. And suddenly, like in a perfect machinery, like the last piece in the puzzle, five hours of opera make sense within you. Everything you have heard makes sense, and it becomes that sublime way of ommunication, beyond the limits that reason and language set to emotions. Suddenly, unexpectedly, five hours of opera eplode somewhere within your head, your goats and take your breath away. And then you cry. You die with Isolde, and cry.
APROBÉ, Y SÍ HAY VIDA....ÉSTA// I PASSED AND YES, THERE ISLIFE... THIS ONE
Wednesday, March 26, 2008
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2 comments:
A mí me da envidia la opera. Pero más envidia me da lo de hacer cola en el Lincoln Centre e incluso tu fugaz sandwich y café, tan neoyorkino todo.
Casi veo el vaho y el tamaño desproporcionado de esos vasos de cartón con tapita de plástico, con el café aguadillo dentro. Ah! y el sabor del sandwich que vendrá de la salsa que le pongan en su mayor parte.
New York, New York.
Aprovecha Ana la coyuntura.
Pues yo al contrario que Botijo con lo que flipo es con tu descripción de la obra, suena realmente sugerente.
Claro que ver esa maravilla y a continuación salir y encontrarte en Times Square supongo que ayuda :-)
Creo que ir al cine y salir y encontrarte en la Gran Vía no compite con eso :-)
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